El zorro

del Principito se acercaba cada día un poco más. Esperaba al pequeño príncipe, contando los minutos. Se dejó domesticar.

A mi, hoy, el zorro de me ha dado un bocado, después de hacerme pensar que estaba siendo domesticado…

Qué sensación agridulce, ha sido la conversación más entrañable y con más cariño que J y yo hayamos tenido nunca…

 

Hoy

1 de Julio de 2012, he navegado 24 millas con dos rizos de mayor, un tercio de génova, 25 nudos de aleta y un frente del copón me ha empapado.

Hoy, 1 de Julio de 2012, he cruzado una nueva meta.

Hoy, 1 de Julio de 2012, J me ha felicitado después de “vigilarme” durante 7 horas a distancia. No sé que me enorgullece más. Si haberlo hecho o si haber conseguido impresionarle. Pero durante 24 millas sólo podía pensar que al tocar tierra quería oirle decir “enhorabona”.

:)

La felicidad te aguarda en los sitios menos esperados…

 

Agua

Cuando empecé a pensar el baño, y especialmente la bañera, pensaba en J. Lo estrenaríamos juntos, con un largo baño de espuma acompañado por una copa de buen vino… Nunca llegó a verlo. Nunca se dejó acariciar por la espuma y el agua caliente. Nunca llegó a relajarse…

Seis meses después, sigo bañándome con él, recordándole a gritos que no escucha lo a gusto que se está en una bañera de agua caliente…

 

Por el camino

se van quedando personas. Gente a la que quiero, con la que he compartido poco o mucho, pero compartido. Pq no entiendo otra manera de relacionarme, soy así de gilipollas. Y cuando un buen día ves que de repente esa persona se baja del tren, generalmente sin demasiadas explicaciones, se te queda una cara de tonta…

Y últimamente son demasiados los que se van apeando de mi vida. Tal vez es que hayan llegado a la estación que marcaba su billete, pero lo cierto es que tengo una seria sensación de que han hecho el trayecto de polizones, sin pagar por lo que reciben. Que cuando ya no les ha interesado, se han bajado y punto.

Y me cabrea. Mucho. Me cabrea más de lo que me pueda doler, porque sé que seguiré admitiendo pasajeros sin esperar a que pase el revisor, pq sé que seguiré compartiendo y se me seguirá poniendo cara de gilipollas cuando vea como se descuelgan sin un mísero bye-bye.

¿Debería aprender yo a hacer lo mismo? Tal vez, pero sería como saltar de mi propio tren en marcha…

 

La felicidad

absoluta no existe, pero esto se le parece bastante.

Tras 17 meses sin trabjar, he conseguido equilibrar mi vida, aprender a disfrutar de mi tiempo. Dormir bien, levantarme descansada tras 8 horas de sueño reparador, libre casi todas las noches de extravagancias e interrupciones. Dedicar tiempo a cosas que me gustan: mi casa, jugar con mi gata, leer, estudiar. No ir corriendo de un lado para otro, hacer la compra ha dejado de ser una prueba olímpica, casi casi me empieza a gustar y todo. Mi espalda: escucharla, hablar con ella, sentir como reacciona cada músculo cuando me subo a las máquinas. Conducir despacio – o casi – dando paso a los que creen que se acabará el mundo si ellos llegan tarde… yo era así. Pero un día desapareces y el mundo sigue girando, como si tal cosa.

Estos días hemos sabido de la muerte de Cristina. No por esperada impacta menos. Nos ha generado un sentimiento extraño, de proximidad en la distancia. Tantos años después de separarnos en el cole, no podemos decir que la echaremos de menos, pero su enfermedad, su lucha, su muerte te hace pensar. Y es triste. La muerte de una madre de dos bebés con 43 años es una putada. “Disfrutemos de cada día” firmábamos los correos.

Eso hago yo: disfrutar cada día, hasta los malos, como si fueran el último. No dejaría huérfanos ni viudo, pero me cabrea la idea de morir sin haber aprendido a ser feliz, pq en eso consiste disfrutar de la vida. No necesito hacer grandes cosas, no echo de menos viajar para ver mundo. ¿Otras culturas? vale…pero la mía es en la que vivo y donde he de sentirme en casa. Y contra todo pronóstico, contra la opinión de mi mami, que sigue cuestionando mi decisión de no trabajar, contra la mirada mosqueada de mi hermana que sigue preguntándose como lo hago. Contra todos, pq nada les debo, me reafirmo cada día en mi manera de vivir, del cuento como digo yo.

Y en este aprendizaje he descubierto cosas de mi misma que intuía: soy una tía valiente y cojonuda. Me enfrente a mis miedos y poco a poco los supero. Me planteo pequeños retos que poco a poco voy superando para dar un pasito más. Y eso me hace feliz, inmensamente feliz. Mucho más que las J, la S o cualquier otra letra que decida caminar a mi lado durante un trecho.

No necesito a nadie. No echo de menos a nadie. Me tengo a mi misma y los ronroneos de mi K….¿qué más se puede pedir? sinceramente, creo que nada…

 

Iba a ser un gran día…

48 horas con B, de risas, confidencias, recuerdos y vino, mucho vino, daban paso a un nuevo fin de semana, lleno de promesas: mi pequeño CCLS se ponía en buenas manos, reencuentro a bordo muy esperado con J, cervecitas para ellos, agua para mi y como final feliz, mañana mi primera regata.

No decir las cosas en su debido momento provoca que se te hagan grandes dentro, y acaban saliendo. Así que entre platos de ensalada, algo viscoso, con tufillo a podrido de mucho tiempo, ha empezado a deslizarse sobre la mesa informal que compartía con mi querida P hasta pringarlo todo, tanto que nos ha hecho resbalar.

P. se ha ido. Me da miedo pensar que para siempre. Pero si es así, bon vayage ma chère amie. Mi nivel de tolerancia, mi capacidad de comprensión, mi amor incondicional y mis ganas de compartir neuras ajenas están muy bajo mínimos…

No regata, no J, no P… puta mierda de día.

 

 

9 años

Alex Cabedo – 16.3.2003 – 16.3.2012

Mi brother, mi amigo del alma, compañero de batallas y botellas. Me enseñó a respetar aunque no te respeten. A exprimir la vida haciéndole un guiño. A que a veces no son necesarias las palabras.

Hoy hace 9 años que nos dejó y sigo echándole de menos. Nueve años en los que ha estado a mi lado, me visita a menudo, me susurra al oído mientras duermo. Nueve años tras compartir juntos apenas dos… que cosas, verdad?

Te quiero, brother. Need u so mucho todavía!

 

 

Y de repente

te atenaza, cuando apagas la luz, cuando no encuentras una posición cómoda en la cama. Hace años que me pasa, pero no puedo evitar que ahora me duela más, me corroa más, coja forma a mi lado en la cama y me mire directamente a la cara.

El miedo es jodido, más que cualquier cosa rara que te coma las vértebras. Y hoy tengo miedo. Porque no he hecho un gran esfuerzo, no. He acompañado a mi hermana al hospital a que la operaran del ojo, le he dado la mano cuando salía para que no se cayera (manda huevos), nos hemos reído “la coja y la tuerta, hoy pillamos seguro!!!” y la he llevado a casa.

De ahí, a intentar acortar la lista de gestiones urgentes: tramitar una incapacidad, contactar con ese centro en Lyon, descansar un poco antes de volver a coger el coche para regresar a casa, con Kissa atacada de los nervios – odia ir en coche-. Y al llegar, cena ligera, que la dieta no entiende de angustias y ansiedades, distracciones banales via Facebook y Twitter y un poco de lectura nada seria. La mano de Fátima es un coñazo :) pero no consigo que me de sueño, ni siquiera el combinado de diazepan+noctamid lo consigue.

Mi cerebro da vueltas y vueltas y vueltas y vueltas …

No puedo dejarme vencer por el miedo. Ni por la pena. Ni por añorar tantas cosas que se me quedarán en el tintero. Ni mi tierra roja africana que probablemente no volveré a pisar. En mi último viaje, cuando llevé a S. a que conociera algo tan importante para mi, cuando ya regresábamos a Dakar a coger el vuelo, paramos a comprar mangos en la carretera. Y vi la tierra, roja como la sangre… Le pedí una bolsa al chico de los mangos quien extrañado preguntó para qué la quería. “Quiero llevarme tierra a España, para que el día que muera, puedan echarla en mi tumba para descansar en tierra senegalesa”. “Tu es une toubab senegalaise!!!” me sonrió. Tengo mis dos potes de tierra roja… no me puedo quejar, tantas cosas que he vivido, he disfrutado, he sentido, he… exprimido! No me puedo quejar y no puedo dejarme vencer por el miedo.

Así que seca las lágrimas, gata. Distraete un rato y a dormir, que mañana será un nuevo día, lleno de cosas interesantes y maravillosas!

 

A grandes males…

grandes remedios.

Llorar sirve de poco, aunque a veces hace falta hacerlo y mucho mejor si es frente a alguien que te quiere y te intenta comprender. *Gracias P, muchas gracias! *

Mi casa, esta en la que vivo de okupa, está llena de carteles que me recordarán a todas horas que puedo hacerlo: “YO PUEDO” preside mi nevera, la lista completa de vértebras afectadas tapa la tostadora y mientras me mire al espejo cada mañana leeré lo siguiente:

En los dos últimos años me he llenado la boca e hinchado el pecho con orgullo hablando de mi relación con la náutica: como afronté mis miedos, como aprendí a navegar, como me lancé a hacerlo sola… como cada pequeño reto se convirtió en una pequeña-gran victoria.

Y de repente, ¿me asusto? pero bueno, que somos, ¿¿¿¿ hombres o ratones???? Tengo un problema. Tengo un problema serio y que no tiene solución. Pero en mi mano está la posibilidad de ponerle trabas en las ruedas para que tarde más en dejarme en una silla de ruedas, en comerse mi columna. He de perder 30 kilos de peso y hoy ha sido el primer día de mi nueva vida. Eso tan absurdo, hacer dieta, me ha vencido año tras año, día tras día, causandome una gran ansiedad y ahora, me avergüenza escribirlo, hasta miedo. QUE COÑO. Hoy he empezado la dieta y no, no me iré a Suiza ni a Marbella. Lo haré aquí, con ayuda médica, pero lo haré yo sola. PORQUE YO PUEDO

Y desde hoy, para vosotros mis escasos lectores, esta web se va a convertir en el cajón donde vomitaré todo lo que me pasa por la cabeza y no por el estómago. Un diario en que que quiero plasmar como me siento en relación a esta cuenta atrás…va a ser un coñazo :) pero me apetece hacerlo…

Qué sentí  cuando salí de la consulta, me senté con dificultad en mi coche, arranqué y salí de aquel subterráneo, buscando aire, boqueando, intentando controlar esa pelota que se hacía grande en mi cuello, en mi esternón, en mi cabeza. Explotó. Me dejé invadir por el pánico al dolor, por el miedo a perder mi movilidad, por esa promesa que coño, va a ser de las que se cumplen, de terminar en una silla de ruedas mucho antes de lo que sería justo. LLoré. Mucho. Sufrí y eché en falta una mano amiga, un abrazo, compartir mi dolor.

Pero pasarlo sola me sirvió para controlarlo. Una vez más me acosté prometiéndome que por la mañana estaría bien, no me puedo permitir estar, encima, deprimida.

Y así ha sido: me desperté, me drogué para controlar el dolor, me senté ante el pc y me puse a buscar alternativas, a llamar a médicos, buscar tratamientos.

Esta es sin duda la mayor lección que me va a dar la vida. Tengo por delante un reto, que siempre ha sido lo que a mi me ha gustado, lo que me ha motivado. Recojo el guante, vida y me enfrento a la dura prueba con la cabeza tranquila, el corazón lleno de caricias de la gente que me quiere y la tranquilidad de saber que el día que no pueda más, podré marcharme en paz…

Voy a conseguirlo.

 

 

 

Peur

Tengo miedo.

Y no puedo tenerlo, necesito estar fuerte para hacer frente a mi futuro, a mi dolor, a mi incapacidad, que hoy a las 7 de la tarde se ha hecho más patente y certera.

Sigue avanzando. Sigue deformándose. Sigue empeorando.

Y no saben como pararlo.

Tengo miedo. Mucho miedo. Y no puedo tenerlo…