y creo adivinar. Y te sigo leyendo y creo entender. Y espero la siguiente lectura con impaciencia, sabiendo que creeré…
Y sin embargo, no adivino, no entiendo, no creo. Sólo sé que me sigo preguntando porqué…
Y esa presencia ausente me sigue haciendo daño, cada día menos, pero me agota. Y me da miedo, porque terminará de bruces, cara a cara, en aquella penumbra, tabaco, pasiones, deseos inconfesados pero siempre confesables en el aire. Y me los tragaré de golpe, toítos, y seguro no seré capaz de digerirlos…